CONVERSACIONES CON MI GATO: En mi mano una rosa roja, por David de Molay
UNA ROSA ROJA
En
mi mano una rosa roja,
en
mis labios la hiel,
en
mi corazón el ayer,
en mi nada la ausencia,
y
tu nombre a flor de piel.
En
mi mano una rosa roja,
fresca
como agua de abril
mil
veces mil,
como
el rayo a trueno te presiento,
al
alba despiertan las esperanzas
para
llorarlas al ocaso.
Pasa
la vida con el día a día,
y
en mi mano… una rosa roja.
EL SILENCIO DE LAS PALABRAS
Eres
como las noches vacías de luna, como la próxima esquina, como las cartas
cerradas.
Eres
como un largo regreso, como el desgarrador grito del silencio, eres como el
inesperado rumbo de una tormenta, eres como el despertar a la vida… o como se
duerme en la muerte.
Un
inmenso vacío me produce tu nombre: Incertidumbre.
BUSCO
Busco
estrellas en firmamentos perdidos, y recorro la orilla de la playa en busca de
las olas que en ella mueren,
arranco
rosas de cristal en el jardín del tiempo, escribo sobre las páginas del viento
mi diario de los recuerdos.
Camino
por senderos desconocidos como un peregrino en busca de mi destino, no sé qué
espero del lejano cielo,
pero
le rezo a un Dios anónimo, que nunca he visto, pero lo presiento.
Cruzo
todos los puentes que cruzan el río de la vida, penetro en las tinieblas de
todas las quimeras y temores; busco las respuestas de todas las interrogantes,
y
medito en todos los puntos seguidos, apartes y suspensivos en la ortografía de
la existencia, en busca de una sola razón; del porqué de este extraño mundo.
Hasta
que un día en búsqueda de tantos interrogantes quede sumido en un profundo
silencio, tan profundo que escuche como nunca los latidos de mi corazón;
llegué
a que aquellos golpes en mi pecho era que ese anónimo Dios me indicaba que la
respuesta estaba más cerca de lo que yo imaginaba.
Y
así fue; en mi interior lo descubrí… amor, y solo amor es la razón de la
existencia.
UNDÉCIMO MANDAMIENTO
Me
duelen tus lágrimas,
me
atraviesa el alma tu amargura,
y
tú no hablas,
y
yo esposada a la misma nada.
Mientras
van diciendo que la vida sigue,
que
la viven otros; el tiempo inexorable,
cada
minuto cumple su cita con sus horas
que
siguen al final de la tarde, el día muere.
Me
traicionan los sentidos,
me
atormentan los recuerdos,
me
crispan tus vacíos, me duelen tus lágrimas,
qué
razón tiene Dios, dejarme haberte conocido,
y
ahora ni apenas verte me deja.
¡Dios!
Se te olvidó el undécimo mandamiento,
“Amar
a los desamados”.
Y
ella es mi desamada,
por
eso cada día yo la amo.
RUEDA QUE TE RUEDA
Rueda
el día sobre la tarde
y
ésta rueda sobre la noche,
día,
tarde, noche ambos ruedan
sobre
el tiempo errante.
¡Tiempo,
tiempo!
Que
rueda vacío y se aleja,
solo,
sin haberlo vivido.
Cae
la nostalgia en el vacío de la ausencia,
como
caen las hojas de los árboles
cuando
la gris y fría dama de otoño las besa.
Rueda
la luz que recorta la sombra
para
estar junto a ella,
rueda
la corriente sobre la ola,
la
lluvia sobre las gotas, el agua sobre el barro,
el
viento sobre el humo,
la
verdad sobre la mentira y viceversa,
rueda
la palabra sobre el verbo
y
el verbo sobre la oración,
la
plegaria sobre la devoción,
y
Dios rueda sobre la fe.
Rueda
que te rueda
el
tiempo sobre la vida
y
el destino sobre la muerte,
y
así va la existencia en su rueda
que
te rueda cada día.
JULIO
Cálidos
son los deseos con los largos días de julio, tempranos amaneceres y
transparentes los ocasos, días de remarcadas luces y sombras, y alza los grados
como la pasión del verano.
El
mar marcando su ritmo en cada ola, donde en sus crestas de espuma se rizan los
deseos.
El salitre del agua es como néctar para los labios y dulzura en cada beso.
Hasta
las noches de julio parecen de diáfano cristal y cálidas como las ganas de
amar.
Rompe
esquemas julio, pues el sueño no existe, y un día viene tras otro, entre
recuerdos, reencuentros y amores nuevos. Sobre la arena una estrella de mar que
la noche espera; pues su deseo es volver al cielo con todas las demás.
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